Situación hipotética: supongamos un partido de centro-derecha o, lisa y llanamente de derecha, que se presente a sí mismo como moderado, aggiornado y moderno (aclaro que por derecha no entiendo expresiones políticas liberales sino de corte más bien conservador). Supongamos también que a dicho partido de derecha le ha sido por demás beneficiosa tal estrategia de presentación ante la sociedad. Ahora bien, finalmente supongamos que el partido de derecha del que estamos conjeturando tiene serias posibilidades de alcanzar la gobernación de una de las provincias más importantes de nuestro país.
Dado lo anterior, ¿qué sensación nos provocaría enterarnos que este partido ha sumado a su frente electoral al partido nazi local (por ejemplo, el de Alejandro Biondidni)? ¿Adónde quedarían sus proclamaciones de cordura, racionalidad, centrismo y modernidad? El amplio sector independiente de la sociedad, ¿podría dar su apoyo a un partido que dice haber abandonado los vicios del pasado pero, en los hechos, sella una alianza tan peligrosa y lamentable?
Todo esto viene a cuenta de que hoy, caminando por el centro de la ciudad, me entero que el "Frente Progresista Cívico y Social", cuya locomotora y principal integrante es el Partido Socialista de Hermes Binner, está integrado también por el paleolítico Partido Comunista. Simplemente pregunto: ¿algún partido serio de las izquierdas europeas sella alianzas electorales con, por caso, el trotskismo? Ni siquiera el PS francés, que no goza de mi mayor simpatía, fue tan lejos en los últimos veinticinco años. Tampoco puede encontrarse un ejemplo semejante en la socialdemocracia alemana o el laborismo inglés.
A mi parecer, las elecciones a gobernador que se avecinan sencillamente proponen optar entre dos infiernos: la obsecuencia kirchnerista del diputado por Capital o del "Chivo" frente al desprecio anacrónico por todo lo "privado" que encarna el ex-intendente rosarino (que no sólo refiere a sus deplorables alianzas sino, principalmente, a su "gestión" estatalizante de obras faraónicas).
En cualquier caso, las expresiones de deseos vertidas por muchos a partir del triunfo de Macri, sobre que ya puede avizorarse una división del mapa político futuro entre centro-izquierdas y centro-derechas serias son tan voluntaristas como infundadas. Tales agrupamientos, sea por izquierda o por derecha, están a años luz de la realidad política nacional.
Dado lo anterior, ¿qué sensación nos provocaría enterarnos que este partido ha sumado a su frente electoral al partido nazi local (por ejemplo, el de Alejandro Biondidni)? ¿Adónde quedarían sus proclamaciones de cordura, racionalidad, centrismo y modernidad? El amplio sector independiente de la sociedad, ¿podría dar su apoyo a un partido que dice haber abandonado los vicios del pasado pero, en los hechos, sella una alianza tan peligrosa y lamentable?
Todo esto viene a cuenta de que hoy, caminando por el centro de la ciudad, me entero que el "Frente Progresista Cívico y Social", cuya locomotora y principal integrante es el Partido Socialista de Hermes Binner, está integrado también por el paleolítico Partido Comunista. Simplemente pregunto: ¿algún partido serio de las izquierdas europeas sella alianzas electorales con, por caso, el trotskismo? Ni siquiera el PS francés, que no goza de mi mayor simpatía, fue tan lejos en los últimos veinticinco años. Tampoco puede encontrarse un ejemplo semejante en la socialdemocracia alemana o el laborismo inglés.
A mi parecer, las elecciones a gobernador que se avecinan sencillamente proponen optar entre dos infiernos: la obsecuencia kirchnerista del diputado por Capital o del "Chivo" frente al desprecio anacrónico por todo lo "privado" que encarna el ex-intendente rosarino (que no sólo refiere a sus deplorables alianzas sino, principalmente, a su "gestión" estatalizante de obras faraónicas).
En cualquier caso, las expresiones de deseos vertidas por muchos a partir del triunfo de Macri, sobre que ya puede avizorarse una división del mapa político futuro entre centro-izquierdas y centro-derechas serias son tan voluntaristas como infundadas. Tales agrupamientos, sea por izquierda o por derecha, están a años luz de la realidad política nacional.