Saturday, 17 November 2007

Europa, el ocaso

Europa, el ocaso
Por JUAN PEDRO QUIÑONERO

Las huelgas de ferroviarios alemanes y franceses, tan distintas, iluminan el mismo y melancólico paisaje: el retroceso relativo de Europa en la nueva geografía de la prosperidad mundial. Vistas desde Nueva York, Pekín, Tokio o Nueva Delhi, las grandes ciudades de la vieja Europa son magníficos museos, sin la creatividad de las elites californianas que lideran la nueva economía mundial del conocimiento, sin la rapacidad feroz de las nuevas potencias manufactureras (India, China), prestas a colonizar el planeta con sus productos.

Hace veintitantos años que Europa crece económicamente menos que EE.UU. Dicho de manera más brutal: hace muchos años que los europeos crean menos riqueza que los norteamericanos. Las sucesivas revoluciones tecnológicas del último medio siglo han sido protagonizadas y comercializadas desde los laboratorios californianos. Hace mucho que las universidades europeas pierden terreno en la nueva geografía universitaria mundial.

En el terreno estratégico, la seguridad europea reposa siempre en la Alianza Atlántica, pagada masivamente por los contribuyentes estadounidenses. Las guerras civiles de los Balcanes fueron neutralizadas por el arma aérea americana. Los suministros energéticos están hipotecados a la determinación militar de Washington y la capacidad de chantaje de Moscú. Demográficamente, Europa envejece y está necesitada de decenas de millones de inmigrantes, que las sociedades no están preparadas para asimilar culturalmente.

Hay muchos otros indicadores del eclipse relativo de Europa en la nueva geografía mundial de la prosperidad. Los ferroviarios alemanes y franceses nos recuerdan hondísimos factores de inmovilismo, egoísmo y envejecimiento. Los ferroviarios paralizan parcialmente Francia porque el Gobierno considera insostenibles e injustos unos sistemas de pensiones privilegiadas que les permiten jubilase a los 50 o 55 años, asegurándose pensiones que les permitirán vivir sin trabajar otros veinticinco o treinta años. La creatividad californiana y la productividad china dejan atrás a la vieja Europa a una velocidad creciente.

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