¿En qué se relacionan ambos personajes? Que los dos, recientemente, han atacado fuertemente al cristianismo. Ferrari, con su exposición blasfema. Cameron, con un documental próximo a salir, en el que se afirma haber encontrado la tumba de Jesús (y la de su supuesta familia).
Por mi parte -y, justamente, como creyente que soy- este tipo de ejemplos no puede sino causarme regocijo. Ocurre que los mismos muestran cristalinamente lo mejor de la tradición occidental. Me refiero a haber conseguido que una coexistencia pacífica y respetuosa entre personas que sostienen ciertas creencias y otras que las consideran falsas e intentan refutarlas (Ej.: James Cameron) o que las hallan despreciables y nocivas (Ej.: León Ferrari).
Puede que el documental producido por Cameron sea un bluff publicitario carente de todo rigor -como ya se ha anticipado- o que mucho de la obra de Ferrari sea de escaso talento -pues poner un crucifijo en una tostadora eléctrica parece un menor desafío artísitico que tallar el "David"-. Sin embargo, lo importante, creo, de todo esto, es que vivimos en sociedad abierta (muy perfectible, por supuesto) que establece como uno de sus principios el no silenciar opiniones. Ya Stuart Mill en su brillante On Liberty destacaba que ninguna opinión ha de ser censurada ya que, si es falsa sirve para que los defensores de la verdad la combatan, y si es cierta, estaríamos privando a la humanidad de un nuevo descubrimiento.
Por mi parte -y, justamente, como creyente que soy- este tipo de ejemplos no puede sino causarme regocijo. Ocurre que los mismos muestran cristalinamente lo mejor de la tradición occidental. Me refiero a haber conseguido que una coexistencia pacífica y respetuosa entre personas que sostienen ciertas creencias y otras que las consideran falsas e intentan refutarlas (Ej.: James Cameron) o que las hallan despreciables y nocivas (Ej.: León Ferrari).
Puede que el documental producido por Cameron sea un bluff publicitario carente de todo rigor -como ya se ha anticipado- o que mucho de la obra de Ferrari sea de escaso talento -pues poner un crucifijo en una tostadora eléctrica parece un menor desafío artísitico que tallar el "David"-. Sin embargo, lo importante, creo, de todo esto, es que vivimos en sociedad abierta (muy perfectible, por supuesto) que establece como uno de sus principios el no silenciar opiniones. Ya Stuart Mill en su brillante On Liberty destacaba que ninguna opinión ha de ser censurada ya que, si es falsa sirve para que los defensores de la verdad la combatan, y si es cierta, estaríamos privando a la humanidad de un nuevo descubrimiento.
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