Desde hace un tiempo sospecho que el progresismo está íntimamente relacionado con el puritanismo y, si se quiere, conformaría un puritanismo ateo postmoderno. Las cruzadas que encabeza contra todo tipo de “vicios” y conductas que atentarían contra la salud motivan mi percepción.
En ese contexto, sospecho también que mi querida ciudad de Rosario, desde hace ya un buen tiempo, es una de las ciudades más aburridas de la Argentina –y quizás del Cono Sur. ¿Por qué? Porque desde hace un buen tiempo nuestro municipio viene persiguiendo muchas de las cosas que hacen interesante el plan de un viernes a la noche.
Veamos:
* si Ud. desea tomar alguna bebida alcohólica con sus amigos en su casa, será mejor que ya la tenga guardada, pues no podrá acceder a ellas ni en estaciones de servicio (nunca) ni en kioscos (después de un determinado horario)
* si Ud. tiene ganas de juntarse con sus amigos a cenar en un restaurant y disfrutar de una sobremesa con conversación, es de esperar que Ud. no sea un asqueroso “fumador”. Desde hace un tiempo, el Consejo Deliberante anuló la potestad de los empresarios gastronómicos a disponer de su negocio y prohibió fumar en “lugares públicos” cerrados (lo mismo se aplica para los bares
* si Ud. quiere disfrutar de la bellísima costanera rosarina bebiendo, por caso, un exquisito daikiri de frutillas, más le vale ir comprando una casa en “La Florida” y así trasladarse caminando a los bares. Ocurre que las calles de nuestra ciudad se encuentran minadas de controles de alcoholemia. No decimos que esto en principio esté mal (aunque sería interesante que el mismo rigor aplicado en este tipo de controles y en el cobro de multas se viera en el ordenamiento del caótico tránsito del centro rosarino). Sin embargo, puesto que desde hace unos años los taxis se han vuelto invisibles en las supuestas “horas pico” y durante las noches, muchos no tienen más alternativa que la de quedarse en casa, ante el temor de que su vehículo sea incautado
Veamos:
* si Ud. desea tomar alguna bebida alcohólica con sus amigos en su casa, será mejor que ya la tenga guardada, pues no podrá acceder a ellas ni en estaciones de servicio (nunca) ni en kioscos (después de un determinado horario)
* si Ud. tiene ganas de juntarse con sus amigos a cenar en un restaurant y disfrutar de una sobremesa con conversación, es de esperar que Ud. no sea un asqueroso “fumador”. Desde hace un tiempo, el Consejo Deliberante anuló la potestad de los empresarios gastronómicos a disponer de su negocio y prohibió fumar en “lugares públicos” cerrados (lo mismo se aplica para los bares
* si Ud. quiere disfrutar de la bellísima costanera rosarina bebiendo, por caso, un exquisito daikiri de frutillas, más le vale ir comprando una casa en “La Florida” y así trasladarse caminando a los bares. Ocurre que las calles de nuestra ciudad se encuentran minadas de controles de alcoholemia. No decimos que esto en principio esté mal (aunque sería interesante que el mismo rigor aplicado en este tipo de controles y en el cobro de multas se viera en el ordenamiento del caótico tránsito del centro rosarino). Sin embargo, puesto que desde hace unos años los taxis se han vuelto invisibles en las supuestas “horas pico” y durante las noches, muchos no tienen más alternativa que la de quedarse en casa, ante el temor de que su vehículo sea incautado
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