Pido disculpas si hoy abuso de la transcripción, pero siempre me ha parecido por demás de llamativa la proactividad del mal. Esto puede leerse en "El País" de hoy:
¡Caramba con los chistes! Marruecos nunca había estado tan cerca del ridículo ni de lo irreparable. Repasemos una fábula que ha durado un mes: Nichane, un semanario escrito en la lengua del pueblo, publica un dossier sobre los chistes ("Así se ríen los marroquíes de la religión, el sexo y la política"); Khorafa.org, una página web radical con simpatías sospechosas, focaliza su atención sobre aquellos chistes que juzga política o religiosamente incorrectos, califica a los autores del dossier de apóstatas y desencadena un efecto de bola de nieve (manifestaciones, llamadas al asesinato, comunicados airados); el Gobierno y los ulemas de Su Majestad reaccionan para frenar la avalancha (que llega hasta los países del Golfo) y toman el relevo de los integristas indignados; el tribunal alterna una de cal y otra de arena para que, al final, el veredicto (tres años de prisión con suspensión de condena y dos meses de clausura del semanario) parezca clemente; como colofón, la libertad de hacerse eco de los chistes de los marroquíes (entre otras) queda suspendida. Más allá de su internacionalización y de un proceso a todas luces absurdo, el caso revela las incertidumbres que empiezan a planear sobre este año electoral.
El artículo completo -escrito por un marroquí y que no tiene desperdicios- pueden hallarlo aquí.
¡Caramba con los chistes! Marruecos nunca había estado tan cerca del ridículo ni de lo irreparable. Repasemos una fábula que ha durado un mes: Nichane, un semanario escrito en la lengua del pueblo, publica un dossier sobre los chistes ("Así se ríen los marroquíes de la religión, el sexo y la política"); Khorafa.org, una página web radical con simpatías sospechosas, focaliza su atención sobre aquellos chistes que juzga política o religiosamente incorrectos, califica a los autores del dossier de apóstatas y desencadena un efecto de bola de nieve (manifestaciones, llamadas al asesinato, comunicados airados); el Gobierno y los ulemas de Su Majestad reaccionan para frenar la avalancha (que llega hasta los países del Golfo) y toman el relevo de los integristas indignados; el tribunal alterna una de cal y otra de arena para que, al final, el veredicto (tres años de prisión con suspensión de condena y dos meses de clausura del semanario) parezca clemente; como colofón, la libertad de hacerse eco de los chistes de los marroquíes (entre otras) queda suspendida. Más allá de su internacionalización y de un proceso a todas luces absurdo, el caso revela las incertidumbres que empiezan a planear sobre este año electoral.
El artículo completo -escrito por un marroquí y que no tiene desperdicios- pueden hallarlo aquí.
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