Thursday 28 June 2007

¿Todo suma?

Situación hipotética: supongamos un partido de centro-derecha o, lisa y llanamente de derecha, que se presente a sí mismo como moderado, aggiornado y moderno (aclaro que por derecha no entiendo expresiones políticas liberales sino de corte más bien conservador). Supongamos también que a dicho partido de derecha le ha sido por demás beneficiosa tal estrategia de presentación ante la sociedad. Ahora bien, finalmente supongamos que el partido de derecha del que estamos conjeturando tiene serias posibilidades de alcanzar la gobernación de una de las provincias más importantes de nuestro país.

Dado lo anterior, ¿qué sensación nos provocaría enterarnos que este partido ha sumado a su frente electoral al partido nazi local (por ejemplo, el de Alejandro Biondidni)? ¿Adónde quedarían sus proclamaciones de cordura, racionalidad, centrismo y modernidad? El amplio sector independiente de la sociedad, ¿podría dar su apoyo a un partido que dice haber abandonado los vicios del pasado pero, en los hechos, sella una alianza tan peligrosa y lamentable?

Todo esto viene a cuenta de que hoy, caminando por el centro de la ciudad, me entero que el "Frente Progresista Cívico y Social", cuya locomotora y principal integrante es el Partido Socialista de Hermes Binner, está integrado también por el paleolítico Partido Comunista. Simplemente pregunto: ¿algún partido serio de las izquierdas europeas sella alianzas electorales con, por caso, el trotskismo? Ni siquiera el PS francés, que no goza de mi mayor simpatía, fue tan lejos en los últimos veinticinco años. Tampoco puede encontrarse un ejemplo semejante en la socialdemocracia alemana o el laborismo inglés.

A mi parecer, las elecciones a gobernador que se avecinan sencillamente proponen optar entre dos infiernos: la obsecuencia kirchnerista del diputado por Capital o del "Chivo" frente al desprecio anacrónico por todo lo "privado" que encarna el ex-intendente rosarino (que no sólo refiere a sus deplorables alianzas sino, principalmente, a su "gestión" estatalizante de obras faraónicas).

En cualquier caso, las expresiones de deseos vertidas por muchos a partir del triunfo de Macri, sobre que ya puede avizorarse una división del mapa político futuro entre centro-izquierdas y centro-derechas serias son tan voluntaristas como infundadas. Tales agrupamientos, sea por izquierda o por derecha, están a años luz de la realidad política nacional.

Tuesday 26 June 2007

El "progresismo" impresentable

Desopilantes las declaraciones del ex-humorista y actual lacayo presidencial Claudio Morgado acerca de las elecciones en Capital Federal.

De las mismas me llamó particularmente la atención la siguiente:

"La Capital está alcanzando un nivel de fascismo histórico", dijo Morgado en una entrevista ofrecida a un diario platense, al tiempo que llamó egoístas a los porteños al afirmar que "hay un fuerte sentido individualista".

Dos cosas pueden sacarse de las sandeces reproducidas arriba. La primera de ellas, bastante obvia, es que Morgado no sabe ni siquiera lo que está diciendo. El fascismo, en cuanto tal, niega al individuo en pos de las corporaciones. Es, como diría Popper, "tribalista", mas nunca individualista. Dado que las palabras se devalúan incluso más rápido que nuestra moneda, en las pampas salvajes que habitamos graciosamente se suele denominar a cualquier cosa que se sospeche de autoritaria como "fascista". Incluso muchos miembros (autoproclamados) de la "cultura" caen en tal equívoco, generalemente por dos motivos: a) porque, como Morgado, no han leído más que solapas y contratapas y; b) porque identificar TODO autoritarismo con el fascismo implica que los socialismos -extintos y actuales- queden en el campo angelical de las "democracias".

La segunda es que, me parece, Morgado es síntoma y exponente del mal llamado "progresismo" autóctono, compuesto en buena medida por gente tosca y chabacana, con ínfulas de iluminado y autoconvencimiento de superioridad moral. Este "progresismo", en verdad regresismo, que apesta a naftalina por su atraso y sostiene tesis abandonadas hace décadas por las izquierdas occidentales serias (vgr.: unidad latinoamericana "anti-imperialista"; chavismo-castrismo; "vivir con lo nuestro"; indigenismo a la Morales) hace pensar, si aquí en la Argentina, será factible alguna vez tener una izquierda moderna.

Lo que hasta ahora resulta patéticamente claro es que seriedad y "progresismo" son antitéticos.
Por tanto, la necesaria y justificada crítica a (Mauricio) Macri tendrá voceros bastante impresentables...

Saturday 23 June 2007

Por qué no Foucault


Abajo les dejo un breve apartado de un trabajito que escribí sobre la filosofía de Michel Foucault y su posible relación con la teoría política (la cual personalemente encuentro imposible).

El apartado trata sobre el apoyo prolongado, reiterado en numerosas oportunidades, y nunca rectificado, que Foucault brindo a la "revolución islámica" del ayatollah Jomeini en Irán (hecho no sólo deplorable sino terriblemente irónico, puesto que el mismo Foucault, dada su condición de homosexual, hubiera sido lapidado por los fanáticos que derrocaron al Sha).

No en vano, como afirma Marcello Pera, entre los múltiples problemas del relativismo encontramos que, por una parte propone que todas las culturas son igualmente válidas, simétricas o mutuamente incomparables; pero, a la vez, que la occidental es la peor de todas...

“Este es uno de los más hermosos capítulos del encuentro entre el islam y el pensamiento posmoderno… Foucault, como crítico de la cultura occidental, de la sociedad de control (control que se muestra en todos los niveles: de la natalidad, del cuerpo, del tiempo, de la historia) y el sistema carcelario, no pudo sino sentir que los principios del Islam habrían de traer una nueva dinámica a las sociedades posmodernas. De ahí sus sorprendente modo de calificar la revolución iraní como la primera revolución post-moderna de la historia”.
Seyyed az-Zahirí (2004)

“Cúbranse o serán golpeadas”.
Cántico del Hezbollah (1)

Dediquémosle unas líneas al pasmoso apoyo brindado por Foucault a la revolución iraní de 1979 –que entronizó a uno de los peores déspotas teocráticos que haya conocido el siglo XX.

¿Qué pudo llevar a Foucault a hacer una apología tan delirante?

En primera instancia el hecho hace remitir casi con necesidad a sus dos grandes maestros –uno inspirador del nazismo, el otro directamente filósofo oficial y führer universitario-. De hecho, tanto Nietzsche como Heidegger cayeron fascinados por “hombres fuertes” (2). Podría ser entonces que uno de sus más brillantes discípulos padeciera la misma tendencia de genuflexión ante el autoritarismo.

En esta línea parecen situarse las cáusticas palabras de Edmund White respecto de que “… Foucault era un hombre que se sentía atraído, política y sexualmente, por las formas más totalitarias del poder” (Sebreli, 2006, pág. 301). En cualquier caso, veremos abajo, el problema podría ser más profundo que la filiación nietzscheana o las atracciones y gustos personales.

Como reza el primer epígrafe de este apartado, Foucault puede considerarse un gran crítico de la (supuesta) “sociedad de control” occidental. Buena parte de su obra puede leerse como una denuncia, o directamente como un repudio, del mundo moderno.

Ello nos lleva a sugerir que, quizás, su imposibilidad para contemplar ciertos aspectos gananciosos aportados por la modernidad y las Luces, sumada al interés por los “microfascismos” y la negativa a reconocer diferencias de orden sustancial entre los gobiernos democrático-republicanos y los totalitarios, provoquen lo que Afary y Anderson (2004) consideran una falla grave en su perspectiva general y una crítica totalmente parcial, e inmerecida, de la modernidad.

Por tanto, puede pensarse que los artículos publicados en el Corriere della sera distan de ser “no foucaultianos”, como increíblemente ciertos epígonos de nuestro filósofo proponen (Afary; Anderson, 2004); ni que estén vinculados con la fascinación que la muerte hubiera provocado en Foucault (3) (Miller, 1993); tampoco con la atracción sexual que le hubieran podido provocar los totalitarismos (Sebreli, 2006) y menos aún con la radicalidad antojadiza o lisa y llanamente caprichosa con que el mismo Foucault (1993) parece orientar sus acciones políticas.

Muy por el contrario, creemos –como indican Afary y Anderson- que los mismos quizás puedan contribuir significativamente a un mejor entendimiento de las ideas foucaultianas y, lo que es relevante para este trabajo, sus consecuencias para a filosofía, la teoría y el accionar políticos.

O lo que a modo de interrogación expresaríamos de la siguiente manera: ¿podría considerarse el islamismo foucaultiano como un legítimo desprendimiento de su prédica relativista y anti-occidental? Pues, como señala Ernest Gellner, el relativismo –pese a la notable incompatibilidad- suele tener por bestia negra exclusivamente al positivismo (en el sentido más laxo de la palabra) despreocupándose por el fundamentalismo: “Los relativistas… dirigen sus ataques sólo a aquellos a quienes acusan de positivistas… pero tratan de minimizar el desacuerdo que lógicamente los separa del fundamentalismo religioso. Su actitud, más o menos, es que hay que tolerar el absolutismo con tal que culturalmente esté lo suficientemente lejos” (Gellner, 1992, pág. 106).

Ciertamente, desde hace un tiempo, observamos con gran preocupación que buena parte de la “intelectualidad” occidental comparte rasgos con los fanáticos opus-deístas. A saber, ambos grupúsculos ejercitan la autoflagelación (4): éstos mediante el uso de instrumentos para la tortura física, aquellos a través una incesante prédica notoriamente sesgada y absolutamente culposa y negativa dedicada con carácter de exclusividad a machacar sobre los errores y las sombras de un Occidente ya sin redención posible.

Notas:
(1) El epígrafe reproduce una de las amenazantes estrofas vociferadas por los partidarios del Hezbollah a propósito de las marchas de protesta suscitadas en el Día Internacional de la Mujer (08/03/1979) contra la represión integrista en Irán (Afary, Anderson, 2004).
(2) De la evidente y documentada admiración por parte de Heidegger hacia la figura de Adolf Hitler poco podríamos agregar. Sobre Nietzsche, permítasenos reproducir las magistrales palabras de Pío Baroja: “Hay en él… algo de sádico, del que goza en hacer sufrir; goce de débiles más que de fuertes. Siente entusiasmos por los hombres que aplastan: Napoleón, Bismarck; entusiasmos de hembra histérica” (1899, pág. xxiii).
(3) Relacionada en este caso con el énfasis en el martirio de los revolucionarios iraníes.
(4) El “goce masoquista” se percibe también en estudios antropológicos o culturales, cuyo principal interés parece situarse en remarcar la fatal inconmensurabilidad y las diferencias insuperables que separan a observador y observado. De ahí, la demonización de quienes osen volver de alguna experiencia de campo con datos corroborables (Gellner, 1992).

Bibliografía [sólo correspondiente a este apartado]
Afary, J.; Anderson, K.(2004) “The seductions of islamism” en New Politics, publicación on-line: http://www.wpunj.edu/newpol/issue37/Afary37.htm

az-Zahirí, S.(2004) “Democracia islámica en Irán: hacia un iÿtihâd colectivo” en http://www.webislam.com/numeros/2004/243/noticias/democracia_islamica_iran.htm

Baroja, P.(1899) “Nietzsche y su filosofía” en Así hablaba Zaratustra, Editorial Porrúa, México, 1998

Foucault, M.(1979) “Las relaciones de poder penetran en los cuerpos” en Microfísica del poder, Las ediciones de la piqueta, Madrid
(1982) “El sujeto y el poder” en Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 2001
(1993a) “Las redes del poder” en Las redes del poder, Editorial Almagesto, Buenos Aires
(1993b) “Lo que digo y lo que dicen que digo” en Disparen sobre Foucault, Editorial El cielo por asalto, Buenos Aires
(1994a) “La filosofía analítica de la política” en Estética, ética y hermenéutica, Paidós, Barcelona, 1999
(1994b) “Metodología para el conocimiento del mundo: cómo desembarazarse del marxismo” en Dits et écrits (Tomo III), Gallimard, París

Gellner, E.(1992) Posmodernismo, razón y religión, Paidós, Barcelona, 1994

Miller, J.(1993) La pasión de Michel Foucault, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1996

Sebreli, J.J.(2006) El olvido de la razón, Editorial Sudamericana, Buenos Aires

Friday 22 June 2007

K 2007


No sólo los "bellos" rostros de Bielsa, Rossi, Binner, Millet, etc. decoran la ciudad. Ya se sumaron los carteles por las presidenciales de octubre y Kirchner basa su campaña en el hecho más notable de su gobierno: el mantenimiento del "antiguo régimen" noventista baja una capa de maquillaje "progre" pour la gallerie.

(la imágen la tomé del blog de un compatriota que marchó al exilio)

Tuesday 12 June 2007

"Reordenamiento urbano"


Escribí un artículo sobre el proyecto de "reordenamiento urbano" propuesto por el gobierno municipal. En el mismo intento destacar un tema de vital importancia que, hasta donde tengo entendido, se viene omitiendo: el nuevo código propone la violación de la propiedad privada y a nadie parece preocuparle tal cosa.

Sin dudas que como muchos puntualizan, habrá consecuencias económicas catastróficas de ser aprobado el proyecto de la "muni", pero ellas son -justamente- debidas a la violación de los derechos de propiedad. Hasta que no entendamos eso, las críticas seguirán siendo en torno del grado de dicha violación -y por lo tanto funcionales a la estrategia expoliatoria de la intendencia.

Si les interesa, lo publicó en Portal PuntoBiz hoy.