Hoy, el blog Alberdianos toca atinadamente un tema sobre el que he reflexionado mucho (particularmente cuando visito alguna librería, supongo que es cierto que "el bolsillo es el órgano más sensible").
Para todos es inolvidable la frase del ex presidente de facto, Eduardo Duhalde, que afirmaba: "basta de traer porquerías importadas". Quizás el gobernante usurpador olvidó que entre las múltiples cosas que importábamos estaban los libros. No estoy tan seguro que sea al éxito, pero mucho más probable es que Duhalde, Remes Lenicov (¿se acuerdan del primer ministro de economía del bonaerense?), Lavagna y, ahora, Kirchner, nos hayan condenado a un provincialismo cultural extremo y aberrante.
Por supuesto, los bienpensantes que nunca faltan pueden esgrimir que se está reviviendo la gloriosa industria editorial argentina. Sin dudas, que en parte, hay un despertar de la misma. No obstante, y como me señalaba un amigo hace unos días, muchas editoriales nacionales tienen precios tan elevados como las extranjeras. ¿Por qué? Porque buena parte de este revival editorial tiene que ver con la exportación. Luego, los precios locales se identifican con los internacionales.
Es tragicómico que los mismos que se llenan la boca hablando de "políticas culturales" (¿qué demonios será eso?) atentan -con tanto éxito como los de la foto- contra uno de los vehículos más eficaces para la transmisión de ideas.
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