Bastante revuelo ha armado la presentación de la obra titulada "Mi Dulce Señor", del artista canadiense Cosimo Cavallero, que consiste en Cristo crucificado de 1,80 m y 90 k desnudo y enteramente realizado en chocolate.
Estaba planeado exponerla en la galería del hotel "Roger Smith" (EUA) justo para Semana Santa, pero debido a presión de grupos cristianos -particularmente de la Liga Católica-, la misma ha sido suspendida.
No me parece que haya sido la forma correcta de proceder. Ciertamente encuentro la obra bastante insultante. Sin embargo, creo que existen otras maneras de demostrar el repudio.
Primeramente debe ser destacado que, hasta donde sé, la obra es un proyecto individual del artista Cavallero que iba a ser expuesta por una institución privada. No ocurrió, como en el caso de la muestra en un museo municipal de León Ferrari, en donde se utilizaban impuestos pagados (entre otros) por católicos para que éstos sean insultados en su fe.
Además, el llamado "derecho a no ser ofendido" -invocado por los extremistas islámicos en torno a la polémica de la caricaturas de Mahoma- resulta, por lo menos, de dudosa compatiblidad para con una sociedad abierta. Muy por el contrario, yo encuentro loable y digno de celebración, el poder convivir en una misma comunidad con personas que consideran mis valores y mi religión como deplorables. Tal es uno de los logros más originales (¡y maravillosos!) de la cultura occidental.
Finalmente, los peticiones de censura y cosas por el estilo, no suelen ser más que una fantástica campaña publicitaria para los artistas "blasfemos". No en vano, un mediocre como León Ferrari, cuyos "logros" artísticos se reducen a colocar crucifijos en tostadoras eléctricas o sártenes, tuvo una repercusión, gracias a la polémica, que jamás hubiera alcanzado en base a su (escasísimo) talento.
Ante este tipo de eventos hirientes propongo, humildemente, ser más cristianos y menos, si se me permite, ingenuos. Así, por un lado, dialogar más con nuestros "enemigos" -a quienes, según tengo entendido, se nos encomienda amar- en lugar de vociferar enfurecidamente y pedir autoritariamente prohibiciones Y por el otro, por qué no competir con ellos a través de, por ejemplo, muestras de arte sacro, conciertos dentro iglesias (una de las experiencias más sublimes que uno puede tener) y cosas semejantes.
Parece una alternativa más enriquecedora, ¿no?
Estaba planeado exponerla en la galería del hotel "Roger Smith" (EUA) justo para Semana Santa, pero debido a presión de grupos cristianos -particularmente de la Liga Católica-, la misma ha sido suspendida.
No me parece que haya sido la forma correcta de proceder. Ciertamente encuentro la obra bastante insultante. Sin embargo, creo que existen otras maneras de demostrar el repudio.
Primeramente debe ser destacado que, hasta donde sé, la obra es un proyecto individual del artista Cavallero que iba a ser expuesta por una institución privada. No ocurrió, como en el caso de la muestra en un museo municipal de León Ferrari, en donde se utilizaban impuestos pagados (entre otros) por católicos para que éstos sean insultados en su fe.
Además, el llamado "derecho a no ser ofendido" -invocado por los extremistas islámicos en torno a la polémica de la caricaturas de Mahoma- resulta, por lo menos, de dudosa compatiblidad para con una sociedad abierta. Muy por el contrario, yo encuentro loable y digno de celebración, el poder convivir en una misma comunidad con personas que consideran mis valores y mi religión como deplorables. Tal es uno de los logros más originales (¡y maravillosos!) de la cultura occidental.
Finalmente, los peticiones de censura y cosas por el estilo, no suelen ser más que una fantástica campaña publicitaria para los artistas "blasfemos". No en vano, un mediocre como León Ferrari, cuyos "logros" artísticos se reducen a colocar crucifijos en tostadoras eléctricas o sártenes, tuvo una repercusión, gracias a la polémica, que jamás hubiera alcanzado en base a su (escasísimo) talento.
Ante este tipo de eventos hirientes propongo, humildemente, ser más cristianos y menos, si se me permite, ingenuos. Así, por un lado, dialogar más con nuestros "enemigos" -a quienes, según tengo entendido, se nos encomienda amar- en lugar de vociferar enfurecidamente y pedir autoritariamente prohibiciones Y por el otro, por qué no competir con ellos a través de, por ejemplo, muestras de arte sacro, conciertos dentro iglesias (una de las experiencias más sublimes que uno puede tener) y cosas semejantes.
Parece una alternativa más enriquecedora, ¿no?
1 comment:
Otra opinión al respecto en
link:http://jsorel.wordpress.com/2007/04/06/my-sweet-lord-o-arte-secular-vs-religion/
Saludos.
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