De homicida a víctima

La relación del actual gobierno de España con el terrorismo es singular. No en vano se ha dicho que el gobierno de Zapatero "llegó vía Atocha y se va por Barajas". Justamente, el reciente atentado a la terminal aérea de Madrid dio una estocada (¿fatal?) al proceso de "paz" que se llevaba adelante con la ETA.

En las últimas semanas, esta extraña y complicada relación del ejecutivo español con el terrorismo tuvo un nuevo y llamativo episodio. Un delincuente, pertenciente a la banda ETA, en cuyo prontuario constan 25 homicidios estaba próximo a ser liberado -la condena original era de 3 mil años, pero por modificaciones del código penal quedó en 18. Sin embargo, el etarra publicó artículos amenzantes en una revista vasca y sufrió una nueva condena. Ante la imposibilidad de salir libre, este sujeto comienza hace cuatro meses una "huelga de hambre". La supuesta huelga, de persistir. lo llevaría a la muerte -dicen los médicos.

Ante esta situación, las autoridades españolas no tienen mejor idea que la de otorgar a este maravilloso ser humano el arresto domiciliario, para evitar que muera. En las propias palabras del ministro del Interior español (un tal Rubalcaba): "Muchos ciudadanos podrían pensar que De Juana (el terrorista) no merece este tipo de tratamiento, porque él no tuvo piedad de sus víctimas. No les falta razón. Pero una de las diferencias entre los terroristas y los que no lo somos es que a nosotros nos importa la vida, la de todas las personas, sean o no terroristas".

Imposible no sorprenderse con la valía que se le otorga a la vida en España. Un delicuente convicto por 25 homicidios no purga siquiera un año por cada uno de ellos. Posteriormente reivindica su accionar y vuelve a amenazar. Los preocupados funcionarios españoles, suponemos a "favor de la vida", mejoran -en respuesta- su situación carcelaria.

Entonces, priorizar la vida significa, si no hemos entendido mal, entre otras cosas, la de equiparar a un asesino con un suicida. De ahora en más -según la doctrina zapaterista- quitarse la vida o tomar la vida de otra persona son lo mismo.

Otro corolario disparatado: dejar de comer, tras ser condenado a través de los debidos procedimientos legales, da derecho a la mejora carcelaria y -quizás en un futuro cercano- a la excarcelación y/o indemnización.

Conclusión: "Si has matado, amenaza con suicidarte".