T.E. Martínez en "La Nación" de hoy saca una de las notas más insultantes que he leído en mi vida. Digo ello por dos motivos principales: a) Martínez no es ningún tonto, por lo que molesta doblemente que caiga tan bajo y; b) porque en ocho días se conmemora el aniversario XIX de la Caída del muro de Berlín y leer semejante apología apología del totalitarismo más homicida de la historia lo deja a uno indignado.
El artículo panfletario escrito por Martínez, cuyos niveles de obsecuencia pro-Obama son llamativos, contiene el siguiente fragmento: "Ha llegado 'el fin de la arrogancia', como señalaba en uno de sus titulares la revista alemana Der Spiegel. La caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética dejaron al capitalismo occidental y a su mayor potencia militar, los Estados Unidos, en el lugar de máxima influencia. 'Durante cincuenta años' -observó Eric Hobsbawm-, 'tuvimos la suerte de que dos imperios se controlaran mutuamente. Era más agradable vivir en uno que vivir en el otro, pero se mantenían a raya entre sí. Que uno de los conquistadores del mundo desapareciera enfermaba al otro de megalomanía: ésa es una especie de enfermedad laboral en los imperios que no ven límites en su poder militar. El mundo es un lugar demasiado complicado para que lo maneje una sola mano desde Washington' ".
Para el siniestro dúo que componen Martínez y Hobsbawn -historiador stalinista- es una desgracia de proporciones apocalípticas el derrumbe de la URSS, pues los que vivíamos del lado más "agradable" ahora estamos bajo el yugo de un Gran Satán americano todopoderoso. Parece por tanto que sería infinitamente mejor para todos la pervivencia del sistema totalitario soviético, responsable de millones de homicidios, hambrunas programadas, represión absoluta, persecución religiosa y toda clase de tropelías. Al fin y al cabo, bienvenido el sacrificio de cien millones de personas... con tal que uno esté en la parte "agradable".
No me extrañaría que una futura nota de TEM trate acerca de los accidentes de tránsito y su relación directa con los 25 años de democracia en Argentina. Pues todos sabemos que Hitler hacía estupendas austopistas.
El artículo panfletario escrito por Martínez, cuyos niveles de obsecuencia pro-Obama son llamativos, contiene el siguiente fragmento: "Ha llegado 'el fin de la arrogancia', como señalaba en uno de sus titulares la revista alemana Der Spiegel. La caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética dejaron al capitalismo occidental y a su mayor potencia militar, los Estados Unidos, en el lugar de máxima influencia. 'Durante cincuenta años' -observó Eric Hobsbawm-, 'tuvimos la suerte de que dos imperios se controlaran mutuamente. Era más agradable vivir en uno que vivir en el otro, pero se mantenían a raya entre sí. Que uno de los conquistadores del mundo desapareciera enfermaba al otro de megalomanía: ésa es una especie de enfermedad laboral en los imperios que no ven límites en su poder militar. El mundo es un lugar demasiado complicado para que lo maneje una sola mano desde Washington' ".
Para el siniestro dúo que componen Martínez y Hobsbawn -historiador stalinista- es una desgracia de proporciones apocalípticas el derrumbe de la URSS, pues los que vivíamos del lado más "agradable" ahora estamos bajo el yugo de un Gran Satán americano todopoderoso. Parece por tanto que sería infinitamente mejor para todos la pervivencia del sistema totalitario soviético, responsable de millones de homicidios, hambrunas programadas, represión absoluta, persecución religiosa y toda clase de tropelías. Al fin y al cabo, bienvenido el sacrificio de cien millones de personas... con tal que uno esté en la parte "agradable".
No me extrañaría que una futura nota de TEM trate acerca de los accidentes de tránsito y su relación directa con los 25 años de democracia en Argentina. Pues todos sabemos que Hitler hacía estupendas austopistas.
1 comment:
Bueno, desde roca y pellegrini, la nacion es un diario a favor del poder y en contra de los derechos individuales -- un diario conservador. No es ninguna sorpresa que los conservadores simpaticen con los comunistas.
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